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Que hace un par de años, fue visto por primera vez en algún bar del árido desierto del norte del país, los testigos describen haber percibido a un hombre vigoroso, alto, con sombrero, bigote y espuelas relucientes, un caballero osado en toda plenitud; llegó al lugar en su caballo y compañero “shot”, abrió la puerta del bar de Don Juan, un hombre serio y reservado, ubicado a orillas de la carretera, se sentó en la barra y sabedor de sus gustos, pidió una mezcla muy precisa junto a una cerveza fría, se preparó meticulosamente lo que parecía ser un exquisito clamato, contando cada gota y pizca de sal… compartió con Don Juan la particular bebida, plantando en su rostro una expresión de asombro y deleite. Los clientes alrededor observaban curiosamente la escena preguntándose ¿Quién era ese imponente vaquero?
Al notar el interés a su alrededor, Don Beermato, preparó más de su exquisita mezcla pidiendo una ronda de cervezas y exclamando: “¡Yo invito!”- al tiempo que deslizaba los vasos por la barra y se lo entregaba a cada cliente presente. Inmediatamente comenzaron a comentar entre sí lo buena que sabía la bebida al momento que compartían anécdotas y risas que todos en grupo disfrutaron, convirtiendo desconocidos en conocidos, ¡y hasta en compadres!.
Don BeerMato, Al darse cuenta lo felices que estaban todos, sabía que su misión ahí había sido cumplida. Cuando Don Juan quería agradecerle por compartirles su buena mezcla y llenar de buen ambiente su bar, notó que aquel solemne vaquero había desaparecido, dejando como único rastro el pago de aquellos tragos y una servilleta con la receta que se sumaría a los buenos pretextos, de los locales y foráneos, para a visitar el Bar de Don Juan.
Se rumora que Don BeerMato cabalgaba por toda la región, visitando cada rincón del norte del país, compartiendo sus interesantes anécdotas y buenas mezclas para bebidas, buscando hacer de cada cliente un invitado especial. Siendo un ejemplo claro de que más allá de tener, es el darse a los demás, la clave para ser feliz.
Puede que sea real o solo un mito, pero lo cierto es que Don Beermato hace felices a sus invitados, que sin duda alguna, quien lo prueba…repite.
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